20/11/11

Y te besé con ganas...

Era exactamente una noche como ésta con una tenue lluvia cayendo y titineando sobre el techo de zinc en la que te presentaste en mi casa. Acompañado de unas Heinekens y el paraguas mas grande que haya visto en mi vida jajajaja. 
Era ese viernes que experimenté la quemazón del latigazo del deseo y percibí el peligro de tu presencia mucho más acentuado que lo que percibía días antes. La banalidad de la conversación tomó forma en las fronteras del Imperio Romano, el Concilio de Nicea y los recuerdos de un viaje al norte. Pasamos por tus experiencias de la ex que te rompió el corazón y la forma como te vengaste de ella años después, ya libre de los kilos demás y los frenillos en los dientes que fueron tu tortura en la adolescencia.

¿Y a mi qué carajo rayos me importaba todo lo que decíamos? si lo que quería era acercarme lo suficiente como para fundirme en un abrazo y enredar mis dedos en ese sedoso pelo castaño. Y por supuesto eso fue lo que pasó...una urgencia inesperada que casi nos echó por el suelo, pero una habilidad en las manos y un perfecto equilibro de nuestro peso evitó la escena que hubiera quedado anecdoticamente graciosa.

Y te besé con ganas. Por Dios que así lo hice!. No se si fue mutuo, pero con certeza hablo por mi. Destapé ese barril de sentidos guardados y se derramaron como nunca antes. Te besé con tanta fuerza que pensé ahogarme en un momento, por la presión en mi rostro y el cuerpo enorme que me presionaba contra la pared. Pero no me importaba, era lo que yo quería. Yo lo pedí y lo estaba teniendo y como no disfrutarlo?

Y la razón - no sé como - se impuso al final y ambos nos separamos tiempo después con la verdadera necesidad de una ducha fría! jajajaja, por lo menos ese día. Pero aunque pasamos al siguiente peldaño recién en el encuentro posterior, por algún motivo el encanto y el fuego del primer encuentro no se volvió a repetir, y la hoguera terminó muy poco después, y esto tampoco fue mutuo porque mientras tiraste las cenizas yo aun las tengo guardadas con la vana esperanza de ver alguna chispa renacer de entre ellas.

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