A veces siento que lucho contra la nada. Contra esa nada que parece extenderse por todos lados y me ahoga con un sin fin de tentáculos pegajosos como una suerte de "kraken" invisible que me persigue. La nada es eso...nada, pero al quedarse en medio de ella, se puede percibir la pequeñez de nuestro ser dentro de su inmensidad.
Verme solitaria sin esos bastones que me sostenían social, laboral, familiar, personalmente; me doy cuenta lo efímeras de las cosas que nos rodean. Por un momento nos acompañan, nos hacen felices, nos llenan de orgullo hasta caer en la soberbia, nos emocionan; pero al rato cuando no están, la compañía se desvanece, las personas se alejan, la sonrisa se apaga, la creatividad y las ganas huyen, el amor termina y la soberbia... pues se traga su orgullo y estalla en una ira incontrolable; casi tan incontrolable como su estrepitosa caída del pedestal.
Miro a mi alrededor y no veo nada, o sea veo una nada imprecisa, deforme, amenazante, mientras los monstruos me acechan por todos lados. Debo echarme en ella? Debo dejarme llevar por ella? Caer en la nada es perder mis principios, es perder mi moral, es echarme en su silencio sepulcral que solo puede llevarme a olvidar de todo y recostarme en la soledad de ser la nada.
Existe belleza en ello? Como definirlo si no se la ha probado. Existe paz en su interior? Como saberlo si no la hemos sentido. Se perfila la curiosidad, se perfila la esperanza de que en la nada esté la solución a este silencio ensordecedor y depresivo que me ahoga.
Vale la pena luchar contra ella? o no seria mejor aceptarla y dejarme llevar?
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