15/12/11

Caminando por Asunción

En estos días mucho he caminado por la ciudad, o sea específicamente por el centro de la ciudad, un sector en el que, si bien es donde vivo, mi recorrido simplemente se reducía a las cuadras hasta el colectivo o hasta el coreano para comprar algo... 

Dada mi situación de "tiempo ocioso", he tenido tiempo de bajar las escaleras y extender mi radio de acción a unas cuantas cuadras más, a parte claro de salir a recorrer para hacer compras, visitar oficinas, llevar pedidos.

Pero en cada trayecto, en cada calle me gusta observar los detalles de las veredas, las ventanas de las casas y oficinas, oler el perfume de los yuyos para el tereré que la señora de la esquina pisa en su mortero, la esencia del sublime "churro" con relleno de dulce de leche de Azara y Paraguari, mezclado con el perfume del chipá de Hijas de Ña Feliciana de Iturbe y 25 de Mayo.... por supuesto no faltan los restos de comida en las aceras, los pisos rotos y agujereados por culpa de alguna construcción inconclusa y algún o que otro condón usado tirado cerca del zócalo de los negocios de los alrededores de la plaza Uruguaya probando que se trabajó la noche anterior.

Todo es tan folclorico y tan variadamente complejo! Así como te pueden pasar cosas buenas, como encontrar la filmación de un programa extranjero sobre el baile de la botella en plena Plaza de la Democracia, también suceden cosas malas, como el desastroso robo de mi billetera - con mis pocos últimos guaraníes dentro- en pleno evento de encendido del árbol que Coca Cola puso en la plaza de los Héroes días pasados que me llevaron a odiar a estos duendes de mierda con sus campanillas.

He caminado bajo lluvia tenue de verano en un día caluroso, dejando que esas gotas refresquen mi cara; también caminé en medio de un ventarrón de tormenta que levantaba el polvo y las hojas caídas de los tajys de la explanada de la Iglesia de la Encarnación; también me cruce con campesinos manifestantes contra el gobierno que venian del Congreso escoltados por la Policia Montada, cuyas monturas dejaban su "oloroso rastro" sobre el asfalto, y por supuesto me senté a reflexionar sobre lo mucho que le extraño a ya saben quien sobre la importancia de las hormigas en el quehacer cotidiano de los asuncenos en uno de los agradables asientos cerca del Cafe Literario sobre Palma, dando rienda suelta a mi tekoreismo de una mañana de jueves.  

Muchas cosas ya me han pasado en mi ciudad. He sufrido, he reído, he caminado mucho, he temido encuentros indeseados en cierta cuadra de la calle Yegros cerca de ABC Color, y he disfrutado de un paseo de a dos por Estrella al regreso de una reunión.

Asunción es mi ciudad y si bien la dejé por muchos meses, añoraba su ruido, sus luces, sus peligros, ya que por lo menos me eran conocidos. Viví en otra ciudad, y me topé con peligros desconocidos y tuve que hacerlos frente sin estar del todo preparada. Pero he regresado. Estoy en mi misma cuadra, y veo desde mi balcón la decoración navideña que se extiende por las plazas. Disfruto de la brisa nocturna fresca y... sonrío. 

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