27/7/10

"Lasánimas" en la EXPO

Era una fría madrugada en los lotes X, XX, manzana XVII, de la Expo MRA. Puntualmente las 00:30 según el “relog CASI-O" del guardia de seguridad.

La somnolencia propia de esas horas hacia que a nuestro valiente vigilante le pesaran los párpados, sumada por supuesto a la helada frescura de la noche que se traducía en el ulular del frío viento invernal que se arremolinaba entre los lujosos vehículos alemanes por los que le correspondía velar.

Increíble que apenas horas antes ese vacío predio estuviese repleto de individuos de todas clases, colores, tamaños, causando mareos, como si se estuviese en una caleidoscópica calesita a los ojos de un espectador no habitual de las correrías de en la Expo.

Desde los juguetones movimientos de Pepe Chugón, que se la pasa saltiteando alrededor de la “leona pintada” de Caña Tres Leones, hasta las cueronas de Personal o las muy recatadas de Lactolanda.

Dentro de su amplio cubil – un super dúplex de dos plantas, con paredes frontales de vidrio, con cocina, baño, salita alfombrada y jardincito decorativo - el guardia apenas asomaba la nariz por entre la campera reglamentaria y la gruesa bufanda de lana.

Todo parecía tranquilo.

Aquí y allá los restos de la farra se veían, por medio del basural que se acumulaba en los rincones, o los restos de Burguer King y/o Mc Donalds que adornaban las de por si sucias veredas.

Y corría la hora…. O mejor, caminaba a paso de tortuga. Ni un alma, ni un ruido, a no ser ese viento que se colaba en la ventana entreabierta del piso de arriba.

A lo lejos unos polis cuidaban otro stand – lindo trabajo mientras la ciudadanía se mata a tiros en la ciudad que debían cuidar – tomando mate, aunque de lejos no estaba del todo seguro; capaz que era algún brebaje espirituoso para ahuyentar el frio.

De repente un ruido a su izquierda. Prestó atención. No parecía nada más allá de los ruidos normales de la infraestructura: el temblor del techo de zinc, los cables de los parmiles que colgaban de sus soportes.

Otro ruido. Esta vez como si fuera de un arranque de motor.

Preocupado, nuestro vigilante se acerca a la ventana de su transparente fortaleza y otea hacia sus “pupilos” cuyo valor en conjunto suman una cantidad exorbitante de dinero cuyo color probablemente nunca llegaría a ver en su vida.

Un tercer ruido. Esta vez más fuerte y nítidamente proveniente del “esqueleto de camión” que esta gente tarada de Mercedes-Benz exhibía en la explanada.

Un salto en el corazón hizo que su respiración se acelerara de golpe. No podía ser bueno. ¿Alguien quería robarse la cosa esa?. Inconsciente miró hacia el mueble donde se guardaban las llaves. Sabia que todas las llaves de sus pupilos estaban ahí, lo había chequeado apenas el vendedor japonés se hubo retirado horas antes. De forma autómata se llevó la mano en la pistola que llevaba sujeta en el pantalón.

¡Y otra vez el maldito ruido! ¡Esto rayaba lo insano!

¡Esa bestialidad de vehículo parecía querer rajarse de ese lugar, helado, húmedo y lleno de bichos! Rugía como si fuera a salirse a 100 por hora.

Para ese momento, nuestro guardia había pasado del azul, al rojo y estaba por entrar en la palidez mortal de los muertos de susto.

Lasánimas en la Expo” fue lo que le vino a la mente, mientras sus ojos desorbitados recorrían los stands aledaños y los rugidos lastimeros del camión charáta ese seguían.

A lo lejos, los polis pareciera que hubieran escuchado lo mismo y se movían en dirección al cubil transparente de nuestro vigilante que con los nervios de punta y todavía con las ganas de tomarse varios minutos en el baño, salió a toda “bala” de su escondite para salir al encuentro de los uniformados colegas.

Capaz que porque se acercaron y eran más de uno, el “visitante indeseable” se esfumó. Lo que si, el trasto dejó de refunfuñar.

Los polis y el vigilante se miraban, lanzaban teorías, chequeaban los cables – sin tocar y a un metro de distancia – y decidieron cuidarse las espalditas en las horas que quedaban de la madrugada.

Nuestro vigilante, con la adrenalina disparada, con certeza iba a pasar lo que quedaba de la noche con todas las luces puestas, y para relajar su mente se puso a escribir su informe: “Siendo las 00:30 hs., uno de los vehículos estacionados dentro del Stand en exposición, produce ruidos de arranque intentando moverse; rápidamente se verifica si cual es el motivo con la presencia policial que estaban próximos al sector, cuando vuelve a producirse el mismo hecho de intento de arranque en forma automática sin que nadie haya tocado el vehículo, por lo que se decide sacarle la batería para evitar que se movilice y produzca algún daño.”

Quedó bastante serio en el informe… pero en la cabeza, otras cosas eran las que rondaban.

“Cháke! Lasánimas en la expo!”

Obs: este es un cuento ficticio basado en una anecdota ocurrida en el predio ferial de MRA, donde un vehículo exhibido "hizo ruidos de arranque intentando moverse"; el vehículo en cuestion, un chassis sin carroceria Mercedes-Benz LO 812 al estar todo el tiempo en la lluvia y a la intemperie, y según los que saben, pudo llegar a tener desperfectos debido a la humedad y podría haber hecho contacto haciendo un amague de arranque. El comentario de "lasánimas en la Expo" fue la exclamación divertida de mi amigo El Terrible al relatarnos el hecho. O sea... no hay prueba fehaciente de que hubieran..."lasánimas en la Expo" 

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