17/12/14

La Cena

La cena estaba preparada con el esmero propio de una mujer enamorada: carne cocida a punto, salsa agridulce con miel y piña, papas doradas y crujientes; un buen vino para completar y un postre especial en la heladera.

Pero el rostro de ella era una máscara de horror, de angustia, de desespero, y lo que es peor: ya era un sentimiento cotidiano.

El ondulado pelo de mujer que tratada de esconderse en los pliegues del oscuro saco de Juan fue el causante de la terrible tormenta. Ella confirmó lo que pasaba al segundo de mirar sus ojos, pero la práctica mutua de la mentira de uno y la resignación de la otra prevalecieron durante velada.

Cuando el postre fue servido, el plato de Juan estaba cubierto con una suave y espumante crema, con delicioso y dulce sabor, que tenía un cierto gusto metálico proveniente del ingrediente principal: la pequeña y pegajosa bala que le atravesó la cabeza.


Ella dejó el arma sobre la mesa y fue a lavar los platos.

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