30/1/18

La mano en el terremoto

(domingo 28/01/2018)

"Un día normal, en ese ambiente blanco y monótono que se come las horas y minutos de la rutina diaria. Un día mas en la vorágine ensordecedora del silencio laboral donde la mente reclama pero la boca se contiene. 

El escritorio, el  ordenado universo donde un ente inteligente vive atrapado entre los planes de otros y los objetivos ajenos y que a gritos pide escapar, se levanta con una torre de defensa, como la ultima trinchera, como el último bastión de la cordura que amenaza con desaparecer. Ese era su puesto de comando y allí transcurrían sus horas.

El primer indicio se dio cuando el portarretrato de familia idílica cayo al suelo con un inusitado estruendo a pesar del piso alfombrado. Todas las cabezas se levantaron por sobre el horizonte laboral. La paredes tronaron y los vidrios temblaron con el sonido metálico de estructuras parlantes que lloran al romperse. Gritos. Pánico. Mujeres se enredan en sus zapatos de marca al correr. Hombres valientes que lloran. Negocios que se pierden. Nada es importante cuando la vida pende de un hilo, o como en este caso, de una viga en el piso de 16. 

Tirada en el suelo no sabia que hacer. Abrazada a la eterna cartera ella se guarda sus secretos y espera el momento del caer al vacío como había sucedido con la delgada silueta que la miró con ojos desorbitados antes de hundirse en la grieta del suelo. El temblor seguía. Otros a su alrededor caían en agujeros especialmente dibujados en el suelo para tragarlos con todo y escritorios, y ella esperaba su turno para su caída libre. Esperaba morir rápido. Rogaba estar inconsciente para no tener que sufrir ser desmembrada por los puntiagudos restos que golpearían su cuerpo al llegar abajo. Cerró sus ojos, sin soltar su bolso y se resignó a esperar. En un ademán involuntario levantó en brazo buscando un agarre, un ultimo vestigio de esperanza, cuando una blanca y poderosa mano la sostuvo segundos antes de que la grieta se abriera bajo ella:

"Agarrate fuerte. No te caigas." fue la imperiosa orden de una voz fuerte pero a la vez sorprendentemente delicada.

Ella levantó la vista y quizá nublada por las lágrimas no podía distinguir las formas de esa alta silueta que la sostenía en el borde. Era un ángel? Era un milagro? Era la materialización de un deseo profundo? Nunca lo sabrá.

En el momento se despertó y el terremoto había desaparecido. Todo fue un sueño. Pero ella se sintió muy bien."


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